RIO DE JANEIRO.- Miles de peregrinos de todos los rincones del planeta se encuentran en Río de Janeiro disfrutando de un gran espectáculo, realizado en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud.
El papa bajó de un helicóptero en un extremo de la playa de Copacabana y recorrió en el papamóvil los menos de cuatro kilómetros que lo separaban del escenario de la ceremonia de acogida. Centenares de miles de personas ocuparon cada centímetro del camino, formando un cortejo alrededor del vehículo para vitorear al pontífice.
El papa, relajado y sonriente, disfrutó de la bienvenida de sus fieles: apretó manos, atajó objetos que le tiraba la gente, besó a niños entregados por sus madres, intercambió su solideo con el que le entregó un fiel, aceptó gustoso un mate ofrecido por otro hombre y alentó los gritos de la multitud.
Después de 40 minutos de recorrido, llegó al escenario armado para la fiesta de acogida, donde fue recibido por el arzobispo de Río, Orani Tempesta y saludó a los cientos de miles de peregrinos que participan en la Jornada Mundial de la Juventud. Allí, asistió a un espectáculo musical sobre los múltiples aspectos de Río -a ritmo de samba, bossa nova y "hip hop"- y a un desfile de jóvenes que portaban las banderas de los 175 países de origen de los 375.000 peregrinos que se inscribieron para participar en la jornada en tierras brasileñas, y que se sumaron a varios cientos de miles de fieles locales.
En su primer saludo a la multitud, el papa se manifestó impresionado por el cálido recibimiento en la fría tarde carioca. "Siempre oí decir que a los cariocas no les gusta la lluvia y el frío. Pero la fe de ustedes es más grande que el frío y la lluvia. ¡Felicitaciones!", exclamó. (DPA)